Paseaba un día un líder de proyectos por el campo tras años de estar pegado al monitor. Iba pensando en lo extraordinario del paisaje, la paz que se respiraba y lo lejos que estaba ahora de la reunión de “kick off”, cuando vió un pastor de ovejas con un pequeño rebaño. No más de cincuenta recursos eran los que el pastor gestionaba.
En ese preciso instante el modesto pastor vio al líder y tomó un trago de su botella de mezcal. El pastor levantó la cabeza, miró a nuestro líder de proyecto y le ofreció un trago. El líder tomó la botella, le dió un trago que le supo bastante fuerte y se sentó junto al pastor. Y ya se sabe, un buen mezcal puede tener efectos alucinógenos. Sobre todo si no se ha probado en años… y no sale del supermercado más próximo.
Así que embriagado por el sabor, el líder de proyecto no pudo evitar decir: “señor pastor, lo suyo sí que es vida”. El pastor le miró, sin decir nada. “Todo el día dedicado a usted mismo, con sus fieles recursos que nunca se oponen a su voluntad, que saben lo que deben hacer sin que nadie se los diga, que no están todo el día exigiendo y pensando en irse a su hora a casa. Lo que daría yo por estar en su situación…” continuó el jefe.
El pastor le miró y con la simpleza que sólo da la verdadera sabiduría dijo: “no sabe usted de lo que habla, amigo”. Y tiró un largo trago de la botella. El jefe de proyecto no se iba a amedrentar, así que repuso: “Usted si que no sabe nada de lo duro que es mi trabajo, seguro que yo cuidaría mejor de sus ovejas, que usted de mi equipo de desarrolladores”. El pastor le miró fijamente y dijo “hecho, escriba aquí la dirección de su empresa y avise que voy”.
Le tendió la botella al líder de proyectos, en un gesto que decía claramente que si bebía, el trato estaba cerrado. Y claro, el líder bebió mientras pensaba, “que diablos, aquí el que tiene las certificaciones soy yo”.
El pastor silbó a su perro y le dijo, “dentro de una semana vuelvo, mientras, obedece al jefe.”…
Le dió el petate y marchó a conocer a su nuevo rebaño. El líder de proyecto pensó: “bueno se trata de gestionar recursos ¿no? Llevo haciendo eso años. Seguro que las ovejas saben hacer mejor su trabajo que los desarrolladores. Tengo claro el objetivo, que den lana, y sólo necesito crear un plan y exigir su cumplimento”. Con un buen plan y mano férrea, seguro que lograba cumplir sus objetivos.
El líder respiró tranquilo cuando recordó que llevaba su PDA y que tenía Project y Excel versión súper mini. Todo estaba solucionado. Dedicó esa noche a trazar un plan. Todo estaba bajo control, él tenía “el plan”, 50 recursos de tipo oveja, a 50 kilos de lana por recurso, 2,500 kilos de lana. Un proyecto rentable sin duda…
Al día siguiente reunió al rebaño. “Tengo un plan que nos va a llevar a completar el proyecto de manera exitosa. Ya me he comprometido con el alcalde y comerciante de lana a entregarle 2500 kilos de la mejor lana en el plazo de dos meses. El alcalde me ha mostrado su plena confianza en que conmigo al frente, gestor de recursos experto, el proyecto va a ser todo un éxito.” Las ovejas no entendían nada. Ellas sabían que el alcalde solía preocuparse más por la leche que por la lana, pero quizás las cosas habían cambiado, que sabían ellas, meros recursos productores de ¿lana? ¿leche?... Las ovejas, no habían nunca producido tanta lana en tan poco tiempo, pero con un buen gestor al mando quizás se obrase el milagro.
Pasaron veinte días, y el líder de proyecto reunió de nuevo a las ovejas. “Queridas ovejas, vamos retrasados respecto mi plan. No dudo que harán lo necesario para asegurar la producción al ritmo necesario. Ya he hablado con el alcalde y le he dicho que no se preocupe, que incrementaremos nuestro esfuerzo bovino y recuperaremos el tiempo perdido”. Las ovejas no entendían nada y llegaron a la conclusión de que el líder no era un animal muy listo. Al fin y al cabo no sabían cómo hacer crecer la lana más rápido… y parecía que él tampoco.
Otros veinte días después, el líder de proyecto reunió de nuevo al rebaño. “Malditas ovejas. Les pedí un esfuerzo y no han hecho nada. Yo hice el plan y ustedes están haciendo que fracase. Si no se aplican, se van a ir a la *@#& calle. Y ya saben, la crisis que hay… puedo encontrar cincuenta como ustedes’. La ovejas, una vez más, no entendieron nada. Ya le habían dicho al jefe de proyecto que no las metiera en el corral por las noches, y que cambiarlas de prado no era bueno para su lana. Habían pensado que tal vez si se movían por el campo, como hacían con el pastor, la producción de lana mejoraría. También sugerían que el jefe las ordeñase, sabían que el alcalde siempre quería leche... “Estas ovejas, siempre quejándose de tonterías, ya sabía que no eran muy diferentes a los desarrolladores. Que sigan el plan y dejen de quejarse y pensar, para eso estoy yo. ¡No hay manera de hacer que trabajen!” había pensado el jefe de proyecto.
Veinte días después, el alcalde llegó y preguntó al jefe por su lana… el jefe sólo tenía 1,000 kilos, la ovejas resultaron no ser tan expertas como ponía en su curriculum, inaceptable… que podría haber hecho él… “No pasa nada jefe”, dijo el alcalde, “tendremos mucha leche entonces”. El jefe se puso rojo y dijo ¿leche? si en el contrato no decía nada de leche… El alcalde dijo, “No me importa lo que diga el contrato, lo de la leche se da por hecho, vaya fracaso del proyecto, no vas a ver un *@#& peso…”.
En eso llegó el pastor… seguro que él también se había equivocado… “¿Qué tal pastor? ¿Duro el trabajo?” dijo sarcástico. El pastor contestó, con su simpleza natural: “Todo ha ido sobre ruedas. Al fin y al cabo los desarrolladores son como ovejas, ¿no? Seguro que a ti también te ha ido bien. Los desarrolladores incluso me han regalado un GPS para que marque dónde comen mejor mis ovejas… ¡y dónde hay setas! Creo que me han tomado cariño”.
El líder no salía de su asombro. Los recursos eran agradecidos y todo. ¡Cuéntame que has hecho! dijo al pastor.
“Ha sido fácil, los desarrolladores son mucho más comunicativos que las ovejas y cuesta menos reunirlos. Además, pensé, no pueden ser muy diferentes que las ovejas, son individualistas y gregarios a la vez. Seguro que si cuido de ellos como hago con mis ovejas, obtendré los resultados esperados y a eso me he dedicado estas semanas”.
“Me pidieron que les consiguiese un servidor de 64 bits para no se qué pruebas de rendimiento y de compatibilidad. Yo no tenía ni idea de qué era eso, pero parecía importante para ellos, así que lo conseguí. ¿No busco los mejores pastos para mi ovejas? No es tan diferente…” El jefe de proyecto estaba atónito, ¿desde cuándo se logra algo de los recursos atendiendo a sus caprichos?…
“Un día, los desarrolladores dijeron que no lograban que el rendimiento fuese el adecuado, lo mejor era preguntar a un experto, dijeron. Así que eso hice, busqué un experto que les ayudara y les formara. ¿No llevo a mis ovejas al veterinario cuando tienen problemas?”. Ahora sí que el líder de proyecto no se lo podía creer, ¡formar a los recursos es caro! Y luego se van a la competencia en cuanto saben.
“Otro día los desarrolladores me contaron que no lograban avanzar. Eso me preocupó. ¿Se supone que los desarrolladores deben avanzar en la funcionalidad, es su lana y su leche, no? El problema es que los de ventas estaban continuamente exigiendo pequeñas modificaciones, visitas a clientes, que atendieran llamadas; parece que los lobos acechan, pensé yo. Así que puse un poco de orden y dejé claro que a mi rebaño no se le molesta”.
El pastor concluyo: “la verdad es que no he hecho mucho ¿no?. Los desarrolladores son como las ovejas, si dejas que hagan su trabajo y pones las condiciones para que lo hagan, al final puedes recoger los resultados”.
En eso despertó el líder de proyecto y pensó: “caramba, cómo pega el mezcal del pastor, vaya siesta y vaya sueño más raro”, mientras veía al pastor perderse por el horizonte con su rebaño.
Ya lo dijeron DeMarco y Lister en Peopleware; “el trabajo del gestor de proyectos no es hacer que la gente trabaje, sino construir el entorno en el que trabajar sea posible”.